A mi maestro Pablo Wright
El asombro es el lugar
donde a veces nos sentimos muy a gusto
aunque degollemos lo que es nuestro.
Y allí donde por instantes
perdemos casi todo,
caminamos entre los cuerpos decapitados
de las estructuras
y espiamos cuando ellas, los conceptos y otras aves
sin rostro y sin cabeza
se chocan, se expulsan, se irritan
se amontonan.
Muchas veces sólo podemos escribir
sobre los paisajes que en el asombro encontramos.
No podemos sacar fotografías
ni posar para los ausentes.
Y nos incorporamos al ambiente
y del ambiente salimos
algo tímidos y algo acomodados.
Y muchas veces
cuando volvemos a nuestras casas
traemos felizmente
bolsitas de celofán
con los conceptos decapitados.
Las cargamos entusiasmados
como si fueran suvenires
para obsequiar a nuestros padres
o a otros maestros inquietos y agraciados
de pasaportes esotéricos.
Porque al asombro llegamos
y de él volvemos
si nos enseñaron a viajar.